Wilson Calderón / Cautivo de su Mirada

Con el tiempo ha descubierto que cada vez que amanece lo acompaña la invaluable posibilidad de desafiar al destino, sobre todo cuando vive sus días haciendo equilibrio en la delgada soga que separa el territorio seguro de lo conocido de aquella otra geografía eternamente mutante, donde habitan las imágenes que jamás ha pintado y que aguardan pacientes a que sus pinceles y espátulas las arranquen del blanco de la tela.

Inmerso de manera perpetua en el juego infinitamente serio de articular su vida a través de su obra, Wilson Calderón se desnudo en publico por primera y ultima vez en 1997, cuando mostró los personajes y fantasmas que lo habitan en una impresionante exposición en el Museo de las Américas, debut pictórico que se convirtió en una suerte de exorcismo publico y en el inicio de una sinuosa jornada que ahora tiene una nueva estación en la muestra Coloquio y seducción, que este miércoles se inaugura a las 6 p.m. en la galería DLC, en la suite 201 del numero 9, en la calle 1 de Metro Office Park, en Guaynabo.

Bogotano de nacimiento y crianza, Wilson no ha cambiado sustancialmente en nada de aquel hombre que hace poco mas de cuatro años explicaba su pasión pictórica en gran medida como una necesidad de dar voz y aliento a aquellos seres con quienes la vida no había sido muy seria. A través de ellos Wilson aprendió a ver el rostro atribulado de la vida, la faz de la melancolía y del sentimiento trágico con el que esos hombres y mujeres ven que el día de hoy es uno mas, tan idéntico al de ayer y tan igual al de mañana.

Wilson vio cientos de miradas así en su ciudad. Miradas así ve también todos los días en este Puerto Rico tan húmedo y pegajoso…y es precisamente una mirada así la que trata de evitar todas las mañanas cuando se mira al espejo. En cierta manera es como desafiar al destino, a esa fuerza que cada día trata de llevarlo por un cauce determinado de antemano.

Lo dice con esa misma voz apacible, arrullada intacta por su cadencia colombiana. “A veces he pensado en dejar de pintar” dispara sin que le tiemble la palabra. “No es fácil continuar haciéndolo cuando te das cuenta de que lo que prevalece es lo decorativo o lo que las galerías consideran como adecuado para adornar la sala de una señora que jamás ha visto miradas de hambre y necesidad.”

Por esto mismo Wilson a comenzado a sospechar que no sabe “que ni porque”. “Sospecho que debo dejar descansar mis lienzos de las tristezas y las verdades”, reflexiona. Como que la voluntad me apremia a seguir, pero la razón se empeña en susurrarme al oído que eso no vale la pena, que no tiene caso porque a nadie o a muy pocos interesa lo que uno tiene que decir. Por eso, entre otras cosas, no he expuesto desde aquella primera vez en Ballajá. Estos cuatro años han sido un periodo de introspección en el que en muchos momentos he considerado definir por una vez y por todas si dejo la pintura para siempre.”

Mientras tanto, cuando la voluntad acalla la razón, Wilson intenta seguir trabajando para que la obra vaya mas allá de las formas y deje una puerta abierta para que, hasta el que no sabe de arte, tenga un momento de reflexión y que se pueda acercar aunque sea inconcientemente al origen de su creación. Mis espátulas y pinceles no solo plasman figuras, sino que también dibujan música, poesía o literatura”, comenta. “Son fruto de la soledad interna que a todos nos acompaña y que, como tal, aspira a hacerse menos sola cuando logra tocar las soledades de los demás. Se que eso me expone no solo a ser acogido calidamente, sino también al rechazo, pero es un riesgo que vale correr y que es inmensamente preferible a la indiferencia.”

Con una sensibilidad que no hace concesiones , Wilson confiesa que a veces ha pensado en dejar de ser tan intenso en sus trazos, en beneficio del público. “Pero mi publico interior no lo acepta”, acota. “Por eso me veo en la obligación de seguir el patrón que me ha trazado la suerte de mi vida y de mi conciencia. Sigo siendo el cazador de los sentires, penas y alegrías del hombre, ya que son ellos los que agitan mis sueños, amplían mi gama de colores e impregnan de vida mis obras. Esta es la razón crucial por la que debo seguir insistiendo en mis pinturas y mis esculturas. Las dudas me asaltan todos los días y mi relación con los protagonistas de mis trabajos está como esta temporada de lluvia: me abrigan y confortan o me inundan hasta diluirme, sin dejar jamás de inspirarme.”

Si. Wilson Calderón vive cautivo de su mirada… esa mirada que cada mañana lo observa curiosa desde el espejo y en la que se cifra el rumbo de su destino.

Wilson Calderón / Por el mundo de la mujer

Hay mucho de alma en la piel de los seres que habitan las telas de Wilson Calderón, mucho de entraña en el gesto, mucho de tiempo en el instante.

Con unas raíces que desde hace varios años tansplantó desde su Colombia natal en esta balsa de piedra en el Caribe, Wilson y su arte son también un poco como la marea, que van y vienen sin estar ni irse jamás.

Hoy ambos están de regreso y se hacen presentes a partir de las 7 de la noche en la Galería Trinitaria, un espacio de reciente creación dedicado a romper la rutina ponceña a través de la difusión de las artes plásticas. A esa hora esta fijada la apertura de Pasiones y Mujeres, exposición con la que Wilson rompe un silencio de dos años mientras explora el mundo de esos seres responsables de las mayores alegrías de los hombres y también de sus tristezas más profundas. La galería esta ubicada en el numero 2984 de la Avenida Emilio Fagot de la llamada “Perla del Sur”

Cada mujer es un volcán de pasiones, pasiones que se mantienen ocultas a la vista de quienes las rodean por largos períodos, incluso hasta el final, o como en otros casos, donde explotan en una vorágine de manifestaciones vestidas de sentimientos, sin importar el tiempo, el lugar o las circunstancias”, dice Wilson, quien señala que en esta serie de obras sus texturas y colores son el cauce para imágenes que encierran metáforas de las alegrías y las tristezas femeninas.

De alguna manera, Wilson atribuye el tono de su obra a sus raíces, a esa tierra sudamericana hermosa y convulsa, donde las miserias mas profundas se manifiestan a contrapunto con expresiones artísticas de incuestionable estatura estética que se convierten en una suerte de conjuro para la sobrevivencia. “En el fondo todos somos iguales. Si has llorado, si has reído, si has temido, si has amado, si has odiado, habrás descubierto todo aquello que te identifica como ser humano”, dice el artista.”De ser así, esgrimes el mayor de nuestros tesoros y el mejor motivo para celebrar, hablar y compartir el orgullo de existir sintiendo.”

Wilson, asevera que es necesario “sentir para creer”. “Yo lo he visto” apostilla.”En el fondo todos somos lo mismo y nos ata lo que muestran mis personajes: los sentimientos”.

Pintor de Almas / Más allá de la piel

El alma y los sentimientos han sido precisamente cauce en el que consistentemente ha navegado la obra de Wilson. Rostros y cuerpos descarnados de lánguida mirada a los que sólo les queda como posesión una dignidad irreductible. “El ser humano puede perderlo todo incluso los sueños, pero nunca la dignidad”, asevera. “Se que existen verdaderos maestros en el arte de pintar las cosas en su apariencia: una flor, un valle o el mar, por ejemplo. Y lo hacen tan bien que me he dado cuenta de que yo jamás podré hacerlo así, por eso me he dedicado a explorar aquello que está más allá de la superficie, más allá de la piel.”

Wilson comenta que nunca ha vivido de la pintura, sino de la publicidad y que esa independencia entre sus necesidades económicas y su obra le ha brindado una libertad extraordinaria. “Pinto lo que quiero y, mas que eso, lo que necesito expresar”, afirma. “Nunca había considerado la posibilidad de exponer mis obras, hasta que unos amigos las vieron. Me convencieron de que valían la pena y de que seria interesante para otras personas tener la oportunidad de conocerlas y reaccionar a ellas. Me siento expectante con esta exhibición, como si fuese a desnudar mi alma ante los demás, sin imaginar siquiera lo que sucederá.”

Aunque pudiese parecer lo contrario por la naturaleza de su obra, el proceso creativo no es para Wilson algo angustioso. “Al contrario, es muy tranquilo y lo disfruto inmensamente”, señala. “Su maduración es bastante pausada y gratificante. De hecho, ya tengo en bocetos obras para los próximos dos años. No improviso. Hay quienes lo hacen de maravilla, pero yo no puedo. Si, soy muy espontáneo en el boceto, pero rara vez me aparto del diseño original, hasta que siento en el centro del pecho y que no por la razón, que la obra esta terminada. Ese momento es muy especial, sobre todo cuando me doy cuenta de que existe fidelidad entre lo que veo en la tela y la idea original de la que fluyó”

Renuente a creer en la existencia de lo que los románticos llaman “musa” Wilson explica que el mejor estimulo para pintar lo encuentra en los problemas. “Creo que trabajar en el campo de la publicidad es muy favorable para mi oficio de pintor” explica. “Ahí los problemas nunca faltan y, cuando son mas intensos, mejor dispuesto estoy para pararme frente a la tela y pintar lo que pinto. Si de un lugar puedo obtener inspiración, es de ese otro mundo en el que a diario me sumerjo profesionalmente. Si estoy muy tranquilo, simplemente no puedo pintar.

En un breve ensayo escrito para el catálogo de la exposición de Wilson titulada Alto Contraste – realizada el año pasado en el Voluntariado de las Casas Reales de Santo Domingo- Manuel Rueda reflexiona: “ No se que futuro aguardará a este pintor que se atreve a empezar por el fin. Después de semejante catástrofe, tierra y hombre tendrán que esperar una salida o sumirse en el aniquilamiento total. ¿Amara el pintor lo justo a sus criaturas para delinearles un nuevo camino? ¿Será el mundo para el lo suficientemente generoso como para brindarle la oportunidad de un renacer? El ardor de su juventud nos abre esa esperanza. La vehemencia de sus trazos han creado una realidad que, aunque fantasmal, es la mismo tiempo como un exorcismo, como una manera de diferir para siempre la muerte definitiva.”

Finalmente, el artista comenta que siente su obra como algo muy universal. El drama que plasma en ella es común a los seres humanos de cualquier lugar de la tierra, lo único que cambia – quizás – es el color de la piel o del idioma. Hace algún tiempo un ucraniano le hablaba del sentimiento de soledad que flotaba en su pueblo, de los grises que eran sus días y de la manera como rogaban, incluso, por un poco de sol. Seres así son los exaltados en la obra de Wilson, para quien las imágenes son más elocuentes que el verbo.


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